¿Por qué mi perro me lame? Significados, señales y cuándo preocuparse
¿Por qué mi perro me lame? Mucho más que “besos perrunos”
Según distintas encuestas a propietarios, más del 80 % de los perros lamen de forma habitual a sus humanos. A veces en la cara, otras en las manos, otras justo cuando te sientas a comer. Y claro, es normal que te preguntes: ¿por qué mi perro me lame tanto?, ¿es bueno, es malo, significa algo?
La respuesta corta es: sí, significa cosas muy concretas. La larga, que es la que te interesa, es que no siempre significa lo mismo. Vamos a desgranarlo con calma, sin tecnicismos innecesarios, pero con el rigor que tus dudas (y tu perro) se merecen.
Principales motivos por los que tu perro te lame
1. Afecto y vínculo: la explicación más habitual
Empezamos por lo bonito. El lamido es una de las formas naturales que tienen los perros de mostrar cariño. Desde cachorros, las madres lamen a sus crías para limpiarlas, estimularlas y tranquilizarlas. Ese gesto se queda grabado.
Cuando tu perro te lame:
- Puede estar diciendo “estás en mi grupo, eres de los míos”.
- Refuerza el vínculo, igual que cuando tú le acaricias.
- Libera endorfinas que le ayudan a relajarse.
Por eso, tras llegar a casa, es tan típico que se lance a lamerte las manos o la cara. Es su forma de celebrar el reencuentro.
2. Comunicación y calma: “todo está bien, humano”
Los perros no solo “hablan” con ladridos. Usan todo el cuerpo para comunicarse, y el lamido es una de sus herramientas favoritas.
En etología (la ciencia del comportamiento animal) se habla de “señales de calma”. Lamerse el hocico o lamer a otro individuo puede ser una manera de decir:
- “no quiero conflicto”
- “me siento un poco tenso”
- “tranquilo, está todo bajo control”
Si tu perro te lame cuando le riñes, cuando hay discusiones en casa o cuando percibe tensión, quizá no está buscando mimos solamente: está intentando rebajar el ambiente.
3. Curiosidad… y sabor: tu piel sabe a “snack”
Otra razón mucho menos romántica pero igual de real: ¡les gustas cómo sabes! El sudor tiene sales minerales, las manos a veces tienen restos de comida o de algo que has tocado, las cremas huelen interesante…
Tu perro explora el mundo con la nariz y la boca. Así que, sí, puede estar simplemente:
- Probando sabores nuevos (tu crema, tu sudor, tu colonia).
- Investigando dónde has estado.
- Buscando migas de comida o rastros de olor.
Si te lame sobre todo después de cocinar o de comer, la pista es bastante clara.
4. Búsqueda de atención: “si te lamo, me miras”
Aquí viene una pequeña contradicción curiosa: a veces pensamos que “pasa de mí, solo me lame de vez en cuando”, pero en realidad ha aprendido que lamerte hace que tú reacciones.
Piensa cuántas veces, sin darte cuenta, has respondido al lamido con:
- Caricias.
- Risas.
- Hablarle o dedicarle atención.
Para él, eso es un premio. Así que el perro registra: “lamo = me hace caso”. Y lo repetirá, sobre todo si se aburre o si pasa muchas horas solo.
5. Estrés, ansiedad o lamido compulsivo
No todo lamido es inocente. Cuando un perro lame de forma insistente, continua y casi sin poder parar (a ti, a sí mismo, a objetos), puede ser una señal de:
- Estrés crónico.
- Ansiedad por separación.
- Falta de estimulación mental o física.
- Incluso dolor o malestar interno.
En estos casos, el lamido actúa un poco como una “válvula de escape”. Le calma unos segundos, pero no resuelve el origen del problema.
Cómo saber si el lamido de tu perro es normal o preocupante
No hace falta obsesionarse, pero sí conviene observar algunos detalles. Pregúntate:
- ¿Cuánto tiempo al día se pasa lamiendo? Minutos sueltos es normal; horas, no.
- ¿Solo me lame a mí o también lame compulsivamente objetos, muebles o su propio cuerpo?
- ¿Coincide con momentos claros de estrés (salir de casa, visitas, ruidos, cambios en la rutina)?
- ¿Hay heridas, pérdida de pelo o irritación donde se lame a sí mismo?
Si la respuesta a varias de estas preguntas es “sí”, es momento de consultar con tu veterinario o un etólogo canino. A veces, detrás de un “solo me lame mucho” hay problemas digestivos, dolor articular, alergias cutáneas o ansiedad que merece ser atendida.
Errores comunes al reaccionar cuando tu perro te lame
1. Reñirle a gritos o con gestos bruscos
Cuando el perro lame por nervios o por intentar calmarte, castigarlo solo aumenta su ansiedad. En su cabeza se genera un bucle: “me siento mal → lamo → me riñen → me siento peor”.
2. Dejarle lamer siempre… pero luego enfadarte
Es muy humano esto: un día te hace gracia que te llene de lametones, y al siguiente, cuando estás cansado, le sueltas un “¡ya vale!”. Para él, es confuso.
Lo ideal es que marques límites claros y constantes (por ejemplo, no lamer la cara, sí las manos, o solo cuando tú se lo permites).
3. Ignorar señales de malestar físico
Si se lame a sí mismo hasta hacerse calvas o heridas, no es un “vicio”. Puede ser alergia, picor, dolor o estrés intenso. No lo dejes pasar “a ver si se le quita”. Cuanto antes se mire, más fácil es ayudarle.
Cómo gestionar el lamido de tu perro de forma sana
1. Refuerza cuando esté tranquilo, no cuando te agobie
Si quieres que lama menos de forma insistente, no premies con atención los lamidos que te resultan molestos. En su lugar:
- Cuando empiece a lamer sin parar, gira el cuerpo, retira la mano y no le mires.
- En cuanto se calme, entonces sí: caricias, palabras suaves, quizá un premio.
Así aprenderá que lo que consigue tu atención no es el lamido obsesivo, sino la calma.
2. Ofrécele alternativas: juego, masticación, paseo
Muchos perros lamen más cuando están aburridos o poco estimulados. Rutina básica que ayuda siempre:
- Paseos de calidad, no solo “bajar a hacer pis”. Oler, explorar, moverse.
- Juguetes interactivos que le obliguen a pensar y buscar.
- Objetos seguros de masticación que satisfagan su necesidad oral.
Un perro cansado física y mentalmente tiende a lamer menos por puro aburrimiento.
3. Cuida también lo que come: nutrición y comportamiento van ligados
A veces separamos “comportamiento” y “alimentación” como si fueran mundos distintos, y no. Un perro con el estómago revuelto, carencias nutricionales o energía mal gestionada es más propenso a mostrar conductas exageradas, incluido el lamido.
Por eso, además de la educación, compensa revisar qué está comiendo. Una dieta equilibrada ayuda a que su sistema nervioso y su estado general sean más estables.
Recomendación experta: un pienso adaptado a perros de razas pequeñas
En perros de razas pequeñas, que suelen ser más nerviosos y sensibles a cambios en la rutina, me gusta recomendar opciones de alta calidad, con formulaciones muy pensadas para ellos. Un ejemplo es el Alimento superpremium de mantenimiento para perros de razas pequeñas. Está formulado con más de un 60 % de proteína de origen animal, a partir de ternera y pollo hidrolizados, lo que facilita la digestión y aporta aminoácidos de calidad para mantener la masa muscular y la energía estable.
Además, incorpora arroz y cereales integrales como el trigo y la cebada, que liberan energía de forma gradual, ayudando a evitar picos bruscos que pueden potenciar la inquietud en algunos perros. También incluye ingredientes funcionales como pulpa de uva, con compuestos antioxidantes, y pulpa de remolacha, que favorece una buena salud digestiva. Todo ello sin conservantes ni colorantes artificiales y libre de ingredientes modificados genéticamente, algo que muchos tutores valoran hoy en día.
¿En qué se traduce esto en el día a día? En un perro de raza pequeña que aprovecha mejor cada ración, tiene energía suficiente sin necesidad de sobrealimentarlo y muestra, en general, un comportamiento más equilibrado, porque su organismo está bien nutrido. Y sí, un perro sano por dentro también tiende a mostrar conductas más reguladas por fuera, lamidos incluidos.
Puedes obtener más información y comparar con otras opciones en el siguiente enlace:
Entonces… ¿debo dejar que mi perro me lama?
No hay una única respuesta. Te resumo una guía sencilla:
- Si te lame de forma puntual, en momentos de cariño y sin obsesión: es normal, puedes permitirlo dentro de tus límites de higiene.
- Si te incomoda que te lama la cara, marca límites suaves pero firmes y ofrece la mano u otra alternativa.
- Si el lamido es intenso, constante o va acompañado de otros signos de estrés, consulta con tu veterinario o un profesional de comportamiento canino.
Conclusión: escucha lo que tu perro te “dice” con la lengua
Cuando tu perro te lame, no es un gesto vacío. Puede ser amor, puede ser nervios, puede ser curiosidad o incluso una pista de que algo no marcha del todo bien. La clave está en observar el contexto, la frecuencia y cómo se comporta el resto del tiempo. Si además cuidas su educación, su entorno emocional y su alimentación, tendrás un compañero más equilibrado y feliz.
Ahora te toca a ti: ¿en qué situaciones te lame más tu perro y qué crees que te está intentando decir?